Julio, con sus cronopios
vino a visitarme
a mis insomnios,
escuchamos un disco de jazz
que ayer compré
en una mesa de saldos,
de sus bolsillos
unos conejos blancos asomaban.
Julio vino a vistarme
a mis insomnios,
entre libros y nuevos poemas,
bajo la lámpara
sus gruesos anteojos
iluminaban las sombras
donde un gato ronroneaba
de insomnio
de rayuelas
de palabras
de efímera felicidad.
1 comentario:
Ay, Don Julio! ¿Por qué será que lo queremos tanto?
A Borges todo el mundo le dice Borges. Es como una eminencia. Una deidad. Como el profesor de Castellano de cuarto año del secundario que desaprobaba a todos.
En cambio Cortázar es Julio, Julito. Es el amigo entreñable con el que todos alguna vez nos tomamos un... ¿qué era lo que tomaban en Rayuela? Acabo de olvidarlo.
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